Cuando pensábamos que el croissant y la chocolatine (que es como llaman en Burdeos y otras zonas de Francia al pain-au-chocolat, vamos nuestras napolitanas de toda la vida) de ayer eran insuperables, nos hemos desayunado con otros 2 manjares que nos están poniendo el listón muy alto. Un pain-aux-raisins y un chausson citron-miel. ¡Bravo por Antone!
Y cuando pensábamos que el frio de estos días no iba a ir a más... pues nos sale un día con niebla en el que no hemos visto el sol en toda la jornada y el mercurio ha estado bailando entre el 3º y 1º. Vaya frío!!!
Pero una cosa compensa la otra, así que con buena cara y bien abrigados, hemos comenzado el paseo por Saint-Seurin, un barrio residencial con un ambiente muy familiar, rico en historia, cultura y carácter. El distrito no ha cambiado mucho, a diferencia de muchos otros distritos de la ciudad. Impregnado de un ambiente tranquilo y encanto provinciano, se caracteriza por sus calles estrechas y empedradas bordeadas de majestuosos árboles, sus pintorescas tiendas y sus elegantes fachadas de la época.
En la Place Marie Brizard se respira el espíritu del "pequeño pueblo"...
Desde esta plaza se inicia la Rue Fondaudège, una calle larga y concurrida.
Entre calles, el Marché de Lerme, con su estructura de hierro y cristal y hoy convertido en un centro de exposiciones.
No es que queramos hacer una competición para ver cuál es la mejor delicia dulce, pero a nadie le sienta mal una paradita para degustar otra chocolatine, verdad? Aunque en este sitio también nos lo hubiéramos llevado todo!!!
Este distrito no es muy turístico, aunque se trate del barrio que conserva los restos más antiguos de Burdigala (como se llamaba Burdeos en la época galoromana), como lo atestiguan los restos del anfiteatro del Palais Gallien…
...así como que sea la cuna del cristianismo bordelés, ya que en 1910 se descubrió una necrópolis con sepulturas desde el s.IV, siendo el cementerio cristiano más antiguo de la ciudad. Este sitio arqueológico se ubica en la Basílica de Saint-Seurin, que nos deleita con un pórtico y varias fachadas espectaculares.
Justo al lado, la ecléctica Maison Fruges, la casa de un industrial azucarero, obra de estilo art decó.
Aunque nos quedan algunas cosas que ver en este barrio, lo dejamos para otro momento, ya que estamos muy cerca del Quartier Mériadeck, un enclave que ha sido objeto de un curioso experimento de urbanismo, y donde lo que ya no se ven son esos edificios neoclásicos del siglo XVIII que nos llevan acompañando desde que llegamos a Burdeos. Es esta una zona moderna, esencialmente comercial y administrativa.
Antiguamente acogió el convento de los cartujos, del que solo sobrevivió a la destrucción en el s.XIX la Iglesia de Saint-Bruno.
Frente a la iglesia, se encuentra el Cementerio de Chartreuse, el más antiguo y el más grande de la ciudad, que se creó sobre los antiguos jardines del convento de Chartreux. Presenta una amplia gama de artes funerarias de los s.XIX y s.XX. Hemos dado un paseo, pero sin dedicarle mucho tiempo (hemos dado con la tumba de Francisco de Goya, aunque sus restos fueron llevados a Madrid).
Desde aquí, nos hemos adentrado en el barrio del Ayuntamiento, donde hemos recuperado el encanto de las calles sinuosas y esas bulliciosas plazas que hacen que sea un placer explorar estas áreas. Como la Place Pey-Berland, considerada como la plaza principal de Burdeos, por los monumentos que congrega.
Por un lado el Hôtel de Ville (Ayuntamiento), con un exterior simple y simétrico inspirado en las formas clásicas de la antigua Grecia y Roma, con sus líneas rectas y proporciones equilibradas.
En la parte trasera una majestuosa puerta de hierro nos permite entrar en los jardines del ayuntamiento, con alguna bonita escultura. A cada lado de la parte trasera del jardín se encuentran las dos alas del Museo de Bellas Artes, donde destacan sus obras de pintores flamencos (que no son muy de nuestro agrado).
De vuelta en la plaza, la impresionante Catedral de Saint-André, el monumento religioso más importante de la ciudad, lugar de numerosas bodas reales que marcaron el pasado de Francia (en 1137 el matrimonio de Leonor de Aquitania y Luis VII, futuro rey de Francia, y cinco siglos más tarde, la unión de Ana de Austria y Luis XIII).









De estilo gótico francés, su aspecto heterogéneo tiene algo inesperado y atractivo, marcado por el hecho de que su campanario o Torre Pey Berland, se encuentre separado de la catedral (se dice que fue debido a que el terreno arenoso sobre el que se edificó no soportaría el peso de las campanas).
Pero también sorprende el principal árbol de navidad de la ciudad, un abeto de vidrio y acero de 11 metros de altura "Sapin verre". Tiene su historia y es que tras su elección en 2020, el alcalde ecologista Pierre Hurmic desafió el status-quo instalando esta obra de arte contemporánea en lugar del tradicional árbol de Navidad, argumentando que no quería "árboles muertos en las plazas de su ciudad".
Por la hora que era, y porque necesitábamos sentarnos un ratito y entrar en calor, hemos parado para comer...




De vuelta a los alrededores de la Catedral, marcado por tres edificios monumentales que simbolizan la justicia: el Palacio de Justicia (inspirado en el Partenón de Atenas)...
...el Tribunal Superior de Justicia (obra del mismo arquitecto del Centro Pompidou de Paris, con formas y materiales con forma de barril)
...y la Escuela Nacional de la Magistratura (ubicada en las torres que quedan de la antigua fortaleza Fort du Ha)...
... y hemos seguido callejeando, de nuevo por la larga Rue Santa-Catarina, teniendo cuidado, no se nos fuera a caer encima un coche :)
...hasta la emblemática Puerta de Aquitania, otra de las seis puertas medievales que aún se conservan en Bordeaux. La puerta, como otras, ha perdido los estrechos portones laterales, por donde pasaban los peatones, que cerraban el acceso a la villa.La Puerta se abre a la Place de la Victoire, una de las plazas más animadas y populares de la ciudad. Destaca en el centro una moderna columna una forma helicoidal que simboliza cómo la vid sube como una enredadera hacia el sol. A sus pies, dos tortugas son todo un homenaje a la viña y al vino.
En la misma plaza, la vid más antigua de Burdeos (plantada hace más de 200 años) y donde cada año se realiza la vendimia y se elaboran de 8 a 10 botellas.
Es notable la presencia de estudiantes, al estar aquí el Campus de Victoire, uno de los primeros edificios de la Universidad de Burdeos.
Y también se ve el ambiente multiétnico. No en vano, estamos en el barrio de Saint-Michel, el más vivo y colorido de la ciudad. Y es que más allá de los monumentos y mercados, lo que atrae de esta zona es su ambiente tan especial, y también su panorama gastronómico (donde puedes saborear un tajín marroquí, pho vietnamita, gulash húngaro...), donde destacan sus salones de té y sus deliciosos pasteles orientales. Y qué mejor manera de volver a entrar en calor ante la niebla que no deja apreciar las agujas de las iglesias que un delicioso té a la menta.
De vuelta al apartamento, noche cerrada ya, así que momento perfecto para disfrutar de la iluminación navideña. Por ejemplo, ante el abeto ubicado frente a la Catedral (ver vídeo1 | vídeo2)...
...la espectacular Cours de l'Intendance...
...o la proyección de imágenes en color en la fachada del Grand-Théâtre...
Seguiremos informando.