Comenzamos el día con una visita al corazón histórico de Burdeos y uno de los barrios más antiguos de la ciudad, el barrio de Saint-Pierre. Ya hemos paseado por aquí estos días, pero sin ser conscientes de lo que veíamos, sin hacer una visita en condiciones a todos sus rincones. Hemos empezado por la Place de la Comédie, con el Gran Teatro.
Camino del río, atravesamos el Îlot Louis, una manzana de elegantes mansiones construida para la alta burguesía de la época, hasta llegar a la plaza más bella de la ciudad (y la 7ª plaza más bonita de Francia), la Plaza de la Bolsa, uno de los mejores ejemplos de arquitectura clásica francesa. Los edificios que rodean la plaza se caracterizan por sus elegantes fachadas, trazados simétricos y detalles ornamentales. Los Frontones y mascarones de los edificios representan la grandeza de la realeza de Francia a lo largo de la historia.
El Palais de la Bourse, sede de la Cámara de Comercio e Industria, es un edificio particularmente impresionante. Su fachada está adornada con esculturas y relieves que representan figuras mitológicas y escenas alegóricas.
Justo enfrente, el antiguo edificio de la Aduana (actual Museo Nacional de Aduanas) es una obra maestra que cuenta con unas preciosas esculturas.
En el centro, la Fuente de las Tres Gracias, que representa a las hijas de Zeus, y que como todas las fuentes de Burdeos están 'apagadas' en esta época del año.
No nos hemos acercado al río, ya que de noviembre a abril no funciona por mantenimiento, pero allí está el Le Miroir D'Eau o «Espejo del Agua», una espectacular obra que alterna extraordinarios efectos de espejo y niebla y que se ha convertido en el lugar más fotografiado de Burdeos.
De vuelta al interior, antiguas y pintorescas calles con casas de diferentes estilos...
...y numerosas plazas, cada una con su encanto...
En el camino, la Puerta Cailhau, la antigua puerta defensiva que marcaba la entrada triunfal a Burdeos desde el puerto en la edad media. Parece un escenario de cuento de hadas. También tenía una función defensiva en aquella época, como se puede apreciar por los distintos elementos de su fachada.
En una de las plazas, hemos parado a tomar un café en una iglesia. Bueno, más bien en un cine. Bueno, en realidad se trataba de una antigua iglesia del s.XIV reconvertida en cine y cafetería. Se trata del Café Utopia, un lugar curioso donde, entre otras películas, en una de sus cinco salas estaban proyectando la última de Almodóbar. Y, aunque eran las 11 de la mañana, ¡la gente venía al cine!
Otra curiosidad por el camino ha sido la visita a la Farmacia François. No, no estamos malitos y necesitábamos algún medicamente, sino que queríamos ver este verdadero tesoro patrimonial. Ha sido entrar por las puerta y sumergirte en otra época, con la carpintería de caoba, las baldosas de cemento antigua, un majestuoso reloj, los frascos escritos a mano y los objetos de boticario que crean un ambiente atemporal.
Seguíamos callejeando, y de repente ante nosotros uno de los campanarios más antiguos de Francia, el único vestigio de las antiguas murallas, cuyas campanas han marcado la vida de Burdeos desde el s.XIII. Se trata de la Grosse Cloche o la Gran Campana de 7.800 kg.
Alguna parada para deleitarnos con algún dulce...
De vuelta al río, alcanzamos una más de las puertas que conserva la ciudad, la Porte de Bourgogne (en honor al Duque de Borgoña, nieto del rey Luis XV). Aunque es bastante austera y está rodeada de tráfico, en el s.XVIII tuvo su importancia al ser la entrada a la ciudad desde la carretera que llegaba de París. Con un diseño inspirado en el Arco de Triunfo de París, sirve de acceso al famoso Pont de Pierre.
El puente más antiguo de Burdeos es toda una belleza arquitectónica de ladrillo rojo y una reliquia del pasado. El puente consta de 17 arcos, uno por cada letra de las palabras ‘Napoleón Bonaparte’. ¿Simple coincidencia o voluntad real del emperador? Seguirá siendo un misterio. Entre cada arco, una corona de laurel tallada en piedra en honor el emperador, como símbolo triunfal, además de pequeñas representaciones del escudo de la ciudad. (*ver Vídeo)
El cielo amenazaba lluvia así que nos hemos apresurado a cruzar el puente, para llegar a la otra orilla del Garona, para una breve visita al barrio de La Bastide. Este barrio ha sido durante mucho tiempo el "patito feo" de Burdeos, aunque en los últimos años ha experimentado una renovación urbana y arquitectónica considerable. Nos saluda un león azul que se colocó aquí en 2005 como parte de las obras del tranvía.
Nuestro objetivo era llegar a comer antes de que la lluvia arreciara, y lo hemos conseguido. De camino, dejamos atrás la Gare D'Orleans, la antigua estación de tren (la primera estación de Burdeos y una de las estaciones francesas más antiguas) que hoy es una sala multicines.
Por el camino, el Jardín Botánico, donde hemos hecho una breve incursión por sus jardines exteriores (poca cosa en esta época del año)...
Hasta llegar a Darwin, antes un cuartel militar. Después de la salida de los militares en 2005, el edificio fue abandonado y luego se convirtió en un lugar perfecto de expresión para los grafiteros. Unos años más tarde fue comprado para convertirlo en lo que es hoy en día, todo un ecosistema urbano alternativo e inspirador, una maravillosa mezcla de cultura, arte urbano y consideraciones ecológicas y sociales… muy lejos del espíritu militar.
Es de ese tipo de lugares alternativos que tanto nos gusta, por salirse de lo estándar y tradicional. Un proyecto eco-responsable, de reutilización (la capacidad de hacer algo nuevo a partir de algo viejo), de economía circular, de consumo responsable, con alimentación orgánica...
Hemos comido aquí, por supuesto, todo comida casera y productos ecológicos, cerveza artesanal propia...
...un chocolate caliente (de cacao ecológico) donde se veía el taller con todo el proceso abierto al público...
Darwin atrae tantos perfiles diferentes: familias con niños, parejas, grupos de amigos... que se acercan aquí también a patinar en el skate park, o a disfrutar de sus grafittis…
Hemos echado la tarde aquí, viendo además que la lluvia no cesaba. De vuelta, pertrechados con los paraguas, hemos atravesado de nuevo el Pont de Pierre para volver al centro histórico, donde, ya de noche, hemos terminado la jornada callejeando en busca de algún grafitti y de alguna otra instantánea nocturna.
Seguiremos informando.
Feliz Año pareja! Acabo de recordar que en la plaza de la Bolsa hay una bombonería deliciosa, de verdad que merece la pena ese chocolate (a precio de oro). A mí me flipó la tienda de Sézane también, es preciosa por dentro (además de la ropa). Bss. Saioa.
ResponderEliminarHola chicos, otra buena jornada mezclando tradición y cosmopolitismo.
ResponderEliminarBesitos